18 de septiembre de 2014

El Ultimo Templario de Coelleira

     

  

     Nos debemos trasladar a la Isla A Coelleira en Lugo (Galicia).
     Un grupo de templarios se instalaron en esta pequeña isla huyendo de la persecución de Felipe IV “el hermoso”, mas concretamente en el Monasterio de San Miguel del cual no queda rastro hoy día.

     De esta leyenda existen dos versiones, una romántica con final trágico, en ella un joven debe decidir entre la fidelidad a la Orden del Temple o el amor a su dama…..
     Un joven llamado Guillelme compartía dos sueños, componer poesías, disfrutar de los juegos, y por otro lado soñaba con cabalgar hacia Tierra Santa, expulsar a los infieles y proteger a los peregrinos dentro de la Orden.
     Sin embargo su juventud le hacia flaquear cuando observaba y pensaba en una bella joven.
     Una noche envueltos por la luz de la luna y cubiertos por las estrellas, se vieron junto a una enorme cruz de piedra próxima a un templo.
     Esa misma noche la joven Rosalía entre sollozos y viendo que la voluntad de Guillelme era fuerte, le hizo un ultimo ruego: - “Si muero, tal vez mi cadáver deje fuera del ataúd la mano de desposada, si es así, estréchala tu entonces, pero pronuncia también mi nombre antes de tu muerte”.


     Pasado el tiempo, Guillelme pasó por una abadía, en su interior se entonaba De Profundis, sintió que una punzada fría recorría todo su cuerpo; se acerco hacia el cadáver de una hermosa joven que yacía sobre un túmulo rodeado de antorchas encendidas, tenia una mano fuera del ataúd.
      Apesadumbrado y lleno de lagrimas estrecho su mano y se aparto a meditar, lo haría en una pequeña isla donde se encontraba un monasterio.
     Siguiendo la leyenda, una noche se escucharon teñir las campanas del monasterio en A Coelleira, varios hombres se dedicaban a degollar a los hermanos templarios que allí se encontraban durmiendo.
     Con los primeros rayos de sol, 35 templarios yacían en el suelo cubierto de sangre, excepto uno llamado Guillelme, no dudaría en presentarse ante los asesinos diciéndoles: - “Aquí me tenéis. Soy el ultimo templario”; arrodillado y mirando al cielo grito: - “¡Rosalia, Rosalia!”…

               


     La segunda versión, seria un único templario el que se salvara de la masacre, disfrazado de paisano y portando la imagen de San Esteban, lograría esconderse en una casa de Viñedo, barrio de Baltar, hoy conocido como la Casa do Paisano.

      A las dos leyendas les acompaña una tradición, al parecer el encargado de mandar realizar este acto fue el señor Quirós, quien atormentado por lo que hizo, dejo escrito en su testamento: “Dejo 36 misas para bien de las almas de 36 frailes que, por orden del rey, hice degollar en la Isla de Coelleira”.
     La ultima misa se realizaría el 24 diciembre de 1309, como era costumbre, los vecinos de Baltar entregaban una cesta llena de panes al monje de la parroquia para que los consagrara; se cuenta que los panes se convirtieron en dulces con forma de estrellas y que no se acababan.
     Desde entonces es tradicional tomar durante estas fechas este dulce con forma de estrella.


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