Antiguamente
era algo común enterrar a personas que aún estando vivas, parecían
no estarlo, es decir, se encontraban en estado de catalepsia.
Se
dieron cuenta que en muchas ocasiones, al abrir el féretro, este se
encontraba arañado.
Como
medida de prevención o mas bien de afirmación que realmente la
persona estaba muert@, solían velarlo durante 3 días completos en
la propia casa, y en otras ocasiones colocaba una cuerda en la mano
del difunt@ que se comunicaba al exterior a través de una
campanilla.
Que
susto aquella persona que pasara por el cementerio y escuchara una
campanilla.
De
esta costumbre viene la expresión “Salvado por la campana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario