Bienvenidos iniciados, “Fízoli otra gracia, cual nunca fue oída, dioli una casulla sin aguia cosida, obra era angélica, non de ome texida, fablioli pocos vierbos, razón buena complida”. Gonzalo de Berceo: Milagros de Nuestra Señora.
Comenzaremos
Con Ildefonso.
Nació en
Toledo en el año 607, cursó sus estudios en Sevilla bajo la tutela de San
Isidoro; huyendo de sus padres y de su vida noble decide unirse a la Orden de
San Benito, dando así comienzo su vida monástica y donde pasaría 12 años de su
vida.
De vuelta a
Toledo permanecerá un tiempo junto a San Eugenio, arzobispo de Toledo, es en
este momento donde:
“…Mandóle
buena cámara al arzobispo dar Con buen portal e estudio como para orar…
…E fisolo
arcediano para se mas del honrar.
E fis de
luego ordenes de Evangelio tomar,
E diole la
cruz para poder visitar”.
Según
menciona Rivera Recio, fue durante este tiempo de estudio y aprendizaje cuando
escribe su obra “De Virginitate perpetua Sanctae Mariae”.
Desde el
año 657
al 667
sería nombrado Obispo de Toledo y posteriormente Abad de Agalia.
Entre sus
trabajos se encuentra:
-
Unificación de la liturgia en España.
-
Trabajos de carácter litúrgico y
dogmático, sobre todo relacionados con la Virgen Mª.
Entre los
milagros que se relacionan con Ildefonso tenemos la curación de enfermos cuando
se muestra la casulla al pueblo, incluso la conversión de algunos de ellos.
Muere sobre
el año 667, y según la tradición, tras su muerte, su sucesor, un tal
Siagrio o Sergio “murió por querer vestir
la casulla de San Ildefonso”.
La Casulla.
Ya que vamos
a estar nombrando la Casulla, explicaremos que es, se
trata de una vestimenta que se pone el sacerdote sobre las demás para celebrar
la misa.
La Leyenda.
“Una noche
de diciembre, se dirigía junto con unos clérigos a la Iglesia mayor de Toledo,
situada en el lugar que hoy ocupa la Catedral. Al acceder a la oscura nave,
tras abrir el pesado portón, descubrieron que una intensa y fuerte luz emanaba
del altar, sobre la silla del Obispo.
Todos sus
acompañantes huyeron despavoridos, al observar que la luz brillaba y se movía
con gran intensidad. Ildefonso, no sintiendo miedo, se aproximó al altar y pudo
observar que la luz provenía de la Virgen María, acompañada de un nutrido grupo
de ángeles que entonaban cantos celestiales.
La virgen
hizo una señal a Ildefonso para que se aproximara, en otras lecturas se
encontraba sentada en un trono de marfil, y éste, arrodillado ante tal
presencia, escuchó que le decía:
“Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe
esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería”.
Según las
palabras del monje Cixila quien escribió su biografía dos siglos después, la
Virgen le dirigió estas palabras:
“Recibe de mis manos, leal sirviente de
Dios, un regalo que te he traído del tesoro de mi Hijo, podrás llevar esta
casulla sólo en los días de mi fiesta”.
Y tras
haber pronunciado estas palabras, fue la misma Virgen quien impuso la casulla
sobre Ildefonso, dándole instrucciones de utilizar esta prenda sólo en las
festividades dedicadas a Ella.
Este regalo
fue entregado como gratitud por la defensa de la virginidad de la Virgen
escrita en un tratado por Ildefonso.
La
Piedra pisada por la Virgen.
En el interior del recinto gótico dedicado a San Ildefonso, lugar donde supuestamente se apareció la Virgen, se puede ver un letrero que explica:
“Cuando la reina del Cielo puso los pies en
el suelo, en esta piedra los puso. De besarla tened uso, para más vuestro
consuelo. Tóquese la piedra diciendo con toda devoción: Veneremos este lugar en
que puso sus pies la Santísima Virgen”.
Se encuentra junto a una piedra custodiada por barrotes, es decir, no se ve mucho de ella, más bien lo que quieren que se vea.
¿Dónde Se Encuentra La Reliquia?.
Como ocurre
con otras muchas reliquias, se supone que se encuentra en la Catedral de Toledo.
Si seguimos los avatares de la historia de la Casulla, tendríamos que marchar a la invasión árabe, cuando Isidoro de Sevilla preocupado por lo que pudiera pasar a determinadas reliquias toma la decisión de trasladar parte de las que se encontraban en Toledo a Asturias, entre ellas se encontraba el “Arca de las Reliquias”, el cuerpo y la Casulla de San Ildefonso.
Mientras se
recorría el camino a Asturias, tales reliquias tuvieron que esconderse en una Cueva
en el Monsacro, más tarde serían trasladadas a la Capilla del palacio
dedicado a San Miguel por orden de Alfonso II, el Casto.
En algún
momento del camino, el cuerpo del santo quedaría depositado
en Zamora, en la iglesia de San Pedro.
Con el
pasar del tiempo, llegamos a principios del S.XVI donde Marañón de
Espinosa, arcediano de Tineo, cronista de la Catedral de Toledo y primer rector
de la Universidad dice:
“Sólo sabemos que quedó dentro del arca,
cuando se verificó el reconocimiento oficial de ésta en tiempo de Alfonso VI,
la preciosa vestidura que Nuestra Señora trajo del cielo a su capellán San
Ildefonso, que no sabemos si fue alba o casulla porque la cédula no decía sino
vestimento sin declarar más”.
Si seguimos
algunos textos, la casulla se cree estuvo oculta en Oviedo, otros que se
encuentra en la Catedral de Toledo, el hecho es que nadie ha afirmado haberla
visto, así que como suele ocurrir siempre con la religión “si tienes fe y crees en ello existirá”, cada cual que tome sus
propias decisiones sobre la existencia real o no de la misma.
Y El Cuerpo del Santo?
Lo último
que sabemos es que quedó custodiado en la Iglesia de San Pedro en Zamora en
algún momento que se realizaba su traslado hacia Asturias, sin embargo, en
otros escritos no se sabe dónde había sido sepultado, permaneciendo así durante
siglos hasta que sus restos fueron encontrados en 1260 en la misma iglesia.
Tras la
conquista cristiana de manos musulmanas, aparece de manera milagrosa su
sepultura: Un pastor le comunica a un sacerdote que ha tenido una visión donde
el mismo San Ildefonso le dice donde se encuentra su sepultura, más
concretamente el lugar exacto en el interior de la Iglesia de San Pedro.
No le
darían valor a tal visión y se vuelve a perder en el tiempo, hasta que durante
la reedificación del templo y arreglo de sus cimientos aparece un sepulcro con
la inscripción “Patris Aldefonsi Episcopi
Toledani”, precisamente que casualidad, en el mismo lugar que señaló el
anterior pastor.
Según la
tradición, en el momento que el sepulcro se traslada y se coloca en el Altar,
los milagros comienzan a brotar.
Nos vamos
al S.XV,
momento en que los restos son reclamados desde Toledo, recibiendo una negativa
por parte de los zamoranos.
Toledo no
se rinde e incluso en 1594 el papa Clemente VIII dicta una
Bula
en la que manda a los zamoranos que entreguen el cuerpo del santo a las
personas que enviará el Cabildo de la Catedral de Toledo “bajo pena de excomunión mayor y
entredicho con suspensión de gobierno, administración del obispado y que
se haga sin tardanza y sin apelación ni recurso de nadie”.
No sería hasta 1674 cuando un sacerdote de Estella (Navarra) piensa, si no puedo llevarme el cuerpo me llevo una parte, y secuestra un relicario con un dedo del santo y lo entrega en Toledo.
Bibliografía.
La España Extraña. J. Sierra y J. Callejo.
Escenas de la vida, muerte y hallazgo de las reliquias
de San Ildefonso en la Puerta del Reloj de la Catedral de Toledo. Teresa Pérez
Higuera.
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