17 de junio de 2020

Emparedadas - Muradas o Voto De Tinieblas




     Bienvenidos iniciados, hablaremos de como algunas mujeres y hombres optaban por desconectarse del mundo de una manera un poco “radical”, ¿para huir o por verdadera espiritualidad?....



     Introducción.

     Este sacrificio, penitencia, voto, reclusión, como se quiera clasificar, era realizado normalmente por mujeres durante la Edad Media hasta el S.XVII en España y parte de la Europa cristiana.
     Este encierro lo hacían voluntariamente, prestando obediencia al obispo diocesano o a sus ministros.

     “Fuera del claustro reglar, el emparedamiento puede ser definido como experiencia religiosa practicada al margen de las autoridades eclesiásticas o en perfecta connivencia con ellas”. “la historiografía de época moderna insiste en que la reclusión o el emparedamiento fue un fenómeno más desarrollado en el ámbito femenino y voluntario, ascético y piadoso; y protegido por la realeza”. Obispos y sínodos hispanos ante el emparedamiento bajomedieval. Gregoria Cavero Dominguez.

Según la definición de fray José Teixidor, 2ª mitad del S.XVIII:
     “ Llamavanse semejantes mujeres inclusas, reclusas, hermitañas o emparedadas, y se encerravan entre quatro paredes, no en castigo de su mal vivir, sino libre y voluntariamente y con la aprobación de sus confessores, i assenso de sus parientes para hacer penitencia, entregarse a la contemplación, i para conseguir otros fines buenos”.

     No debemos olvidar ni confundir que también existió el emparedamiento como técnica de castigo o pena, los cuales eran forzosos.

     Motivación.

     Nombrare todas las que he encontrado a lo largo de la información leída, sin menospreciar ninguna.
     - Fanatismo religioso.
     - Profunda espiritualidad.
     - Deseo de libertad.
     - Huir de una situación personal.
     - Huir del control masculino.

     Reconocimiento Social.

     “Se trataba de proteger a quienes se entendía que cumplían una labor social a través de sus oraciones, privaciones y disciplinas”. Obispos y sinodos hispanos ante el emparedamiento bajomedieval. Gregoria Cavero Dominguez.

     La sociedad consideraba que realizaban un servicio a la comunidad, su sacrificio les dotaba de sabiduría, lo que les otorgaba poder para dar consejos, incluso algunas de ellas se les llegaron a atribuir poderes sanadores.
     Tal reconocimiento sería apoyado por la realeza, hasta tal punto que los Reyes Católicos: “proclamaron el privilegio de la exención de pago de *alcabalas a cualquiera emparedadas de cualquiera ciudades, villas y lugares de nuestros Reynos”. Hispania incognita. Templespaña., siempre y cuando mantuvieran la castidad y el encierro.

     Extracto de leyes y antes de la recopilación. Tomo V. Castilla (Reino) 1799:
     “La madre y Hermanas emparedadas. Manteniendo castidad y clausura, en el Alcazar de Ubeda y casa que solia viuir Mencia Lopez Zambrana y sus succesores, sean libres de alcabala de toda la labor de sus manos, que vendieren, y de los frutos y rentas de sus heredades y bienes; y lo mismo se entiende de las demás emparedadas de cualquier pueblo, que estén asentadas en los Libros reales”. (Ley 29).

 
   En el Limosnero de Isabel la Católica podemos leer:
   “ Córdoba. Di a unas emparedadas de Santo Domingo, que es una de ellas ciega , tres reales”. “Di a unas emparedadas de Omnium Sanctorum dos reales, para ayuda de comprar unas cañas para cobrir el emparedamiento”. “Otrosi a la emparedada de Sam Nicolás dos reales”. “Di a unas emparedada de Santiago quatro reales, que dieron petiçion a su Alteça”. “Di a la emperedada de Santa María de la Huerta que se diçe Mençia López”. “Otrosi di un dia a siete emparedadas juntas que estan en Sant Niculas, siete realies, que tenían gran necesidad de hambre aquel día”.
Salamanca. Otrosi di a las emparedadas de sant cristobal, que ayunaron el día de San Juan, quatro florines: lleuogelos fray Andres”. “Otrosi di a unas beatas que estan junto a las emparedadas de Sant Crisoual, cinco reales”.

     Celda o Habitáculo.

     La emparedada se recluía en una pequeña habitación adosada a los muros de una iglesia, cementerio, hospital, monasterio, puente, muralla, tanto dentro como fuera de la ciudad.


    Provista de dos ventanas:
    Una ventana comunicaba con el exterior, a través de ella recibía comida y podía mantener comunicación con el mundo exterior; esta ventana cerrada con rejas, mostraba en ocasiones un hueco del tamaño suficiente para que pasara un cuenco.
     La segunda ventana daba a la iglesia, casi siempre al Altar Mayor, esto entendiendo que la celda se encontraba adosada a una iglesia, desde donde seguía los oficios religiosos y comulgaba; en ocasiones esta ventana era sustituida por un simple hueco en la piedra, lo suficientemente grande para poder coger la hostia sagrada para comulgar.


     La única entrada que tenía daba hacia el interior y una vez dentro se podía tapiar si la emparedada así lo pedía.
     Como cama utilizarían una tabla, paja o el propio suelo.
     Se sabe que algunas pedían libros, artículos de costura, pero las más estrictas se dedicaban a leer libros religiosos y rezar, además de realizar ayunos y negarse el descanso durante días.







     Ritual.

     Antes de entrar en la celda para su encierro, se realizaba una especie de entierro, a modo de despedida de su vida civil.
     Presentes el Obispo o un miembro del clero, hace promesa que su encierro es real.
     Posteriormente se celebra una Misa de Requiem y tañen las campanas como si de un entierro se tratara.
     Se le concede la extrema unción.
     Su atuendo podía ser de penitente o utilizaba ropa negra a modo de luto.
     Hacía voto de castidad y de no violar la clausura durante el resto de su vida.

     Como ejemplo tenemos una emparedada en Astorga:
     “ Las cofradías acogen en ocasiones, a las emparedadas como cofrades, y asisten, con sus limosnas, a las necesidades de las reclusas que viven de la caridad pública. Y cuando la emparedada accede a recluirse en la celda es la propia capilla de San Esteban la que testifica su reclusión, la que tapia y sella la única puerta de acceso a la celda, inserta en el interior de la capilla. Los cofrades son testigos de la ceremonia litúrgica que, a través de la misa de Requiem, empareda a la reclusa; son testigos de la identificación de la celda con el sepulcro, de la celda como última morada”. Inclusa intra parietes. Gregoria Cavero Dominguez.

     ¿Quién Pagaba Los Gastos?.

     Aunque no lo podamos creer, los gastos relacionados con el emparedamiento debían correr por cuenta de la emparedada.
     En ocasiones, algunas mujeres pedían determinado espacio junto a la iglesia para construir su celda, si se aprobaba la petición ella debía correr con todos los gastos de su construcción.
     La comida, libros, enseres que pidiera..., todo debía salir de ella, sin embargo otros autores te remiten a que la comida le era proporcionada por la gente del lugar, como caridad, incluso que algunas recibían limosnas de peregrinos y donaciones para su manutención.
     Aquí podemos entender que existirían aquellas que renunciaron a todo lo exterior para vivir de la caridad, y aquellas que donaban sus bienes a la iglesia, o entregaban una gran suma de dinero que se debía dedicar a su sustento., una vez fallecida, pasaría a manos del clero.

     Tanto la “penitencia” de una u otra le venía muy bien a la iglesia, ya que no podemos olvidar que algunas donaciones se harían a la propia iglesia para ayudar a la emparedada.

     Seguían En Contacto Con El Exterior.

     No podemos olvidar que en el emparedamiento no destacaba el status social, aunque aquellas mujeres con patrimonio, es cierto que podían seguir administrándolo y controlando su casa, estaban informadas de todo lo que ocurría en su casa.
 
   Incluso llegarían a realizar compraventas, ejercer de prestamistas....; como podemos ver, esta reclusión no les impedía seguir su dinámica económica y administrativa personal y patrimonial.


     Se sabe que había administradores que cada determinado tiempo pasaban a informar de las cuentas, documentos varios....
     Como ejemplo podemos nombrar:
     Doña Jordana, emparedada en La Foz, entrega como dote en 1272 a sus hija sus casas en La Foz y una “pieza” de monte.
     Don Alejandro, recluso de Arnedo, realiza la compra de una viña, tras su muerte la dejaría a Santa Mª de Calahorra.
     Doña Juana Martínez, emparedada en la iglesia de Santa Mª en Utrera en 1505, organiza rentas, realiza cartas de arrendamiento, actúa como prestamista y compra bueyes.


     No Sólo Fueron Mujeres.

     Aunque se conoce que hubo mayor número de mujeres emparedadas, esto no quiere decir que fuese algo exclusivo de ellas.
     A través de documentos podemos saber que algunos hombres optaron por tomar este camino, entre ellos podemos nombrar:

     Martino recluido hacia 1130 en el Priorato de Santervás de Campo.
     “Dicese en la escritura que un soldado llamado Martino hizo vida solitaria en aquella iglesia, y siendo hombre de buena vida, comenzaron los santos a hacer milagros y acrecentarse el pueblo, y venían de muchas partes a hacer votos y promesas”. Crónica general de la Orden de San Benito. Colección diplomática del monasterio de Santervás de Campos.

     En 1158 aparece en un diploma: “domno Martino, recluso in Sancto Gervasio, confirmat”.

     También Se Organizaban En Comunidad: Beatorios

     “El rey Martín el Humano, fundador del Beatorio de San Miguel de Liria, ordenó que pudiesen habitar en él hasta quince mujeres, solteras o viudas, pero no las casadas ni las bastardas”. Anecdotario histórico valenciano. Mª Francisca Olmedo de Cerdá.




Convento Purísima Sangre de Alicante.
Fundada 1606






     A menudo llamados Beatorios, se podía optar por emparedarse un determinado número de mujeres en conventos, monasterios o casa preparada para tal fin.
     En Andalucía sobre el S.XV, el emparedamiento individual se transformaría en colectivo o en comunidad, incluso tienen administradores que pueden acceder para informarles de su patrimonio y familia.
     Según Monseñor Vicente Cárcel Ortí: “Los beatorios eran casas donde vivían las llamadas beatas, formando comunidad y observando alguna regla. Las beatas no emitían votos, ni vestían hábito religioso, a pesar de estar reunidas bajo un régimen espiritual común”.

     Tras la prohibición de futuros emparedamientos en Sínodo Diocesano del arzobispo Ayala en 1566 y aunque las comunidades ya existentes siguieron manteniéndose, se decreto:
     - Que no se admitiesen más emparedadas.
     - Que fuesen visitadas por el ordinario.
     - Que en las celdas de las emparedadas no se celebrase misa, a excepción de in artículo mortis.

     Ejemplos de Ciudades o Pueblos Donde Se Practicó El Emparedamiento.

     Sabemos que fue una práctica habitual en toda la Península, sin embargo, he escogido hablar de aquellos lugares en los que la información nos puede aportar más o menos lucidez para poder entender mejor este fenómeno.

     La Laguna – Canarias:
Sólo existió una Casa de emparedadas, fabricada por Isabel de la Cruz en al S.XVI, a quien siguió su sobrina Mª de las Vírgenes, al mismo tiempo, esta última crió en este lugar a otra sobrina Mª Emerenciana de Acuña.



     En febrero 1636 Mª Emerenciana seguiría esta “tradición” familiar, tal vez por no conocer nada del mundo exterior, o posiblemente por la educación recibida a lo largo de su vida recluida.
     Declaró: “su firme voluntad de guardar clausura perpetua, sin poder salir en ningún caso, así como de obedecer a los señores prelados y de renunciar su voluntad de manera que no la a de tener propia”.
     “El vicario, doctor Diego Vázquez Romero Botello, le dio por noviciado el emparedamiento por el tiempo de un año, para que en el mas bien uea y considere a lo que se obliga y a las cargas que recibe pues deue vivir con exemplar vida y recogimiento. A continuación, cerró el mismo la puerta del emparedamiento y por el torno y reja que en él está manda se sirva a la dicha María Emerenciana de Acuña y la puerta no se abra si no fuera en los casos necesarios para entrar y para el sustento”. Autos sobre el emparedamiento de Mª Emerenciana de Acuña 1636. El claustro doméstico: beaterios y emparedamientos. Jesús Pérez Morera.

     La casa de emparedamiento se ubicaba junto a la cabecera de la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios.
     Tenía una ventana con reja hacia la Capilla Mayor para asistir a los oficios religiosos, y otra ventana o hueco que se utilizaba como comulgatorio.
     “En 1636 se dice que su fundación era tan antigua que no ay memoria de su principio y es bien notoria dicha casa en todas estas yslas y de su aprobación y exemplar nombre causado de la observansia con que las fundadoras la an tenido”. El claustro doméstico: beaterios y emparedamientos. Jesús Pérez Morera.

     Beatorio de Santa Rosa de Lima:
     Fundado en 1675 por fray Pedro de Santa Mª Ulloa.
     Conocido como Beatorio de la 3ª Orden Dominica o Colegio de las Hermanas Beatas de Santa Rosa de Lima.
     Se regirían por la Regla de la 3ª Orden de Santo Domingo, siendo el número de beatas en 1685 de 11.
     “habiendo recogido bastantes limosnas para promover la fundación, se logró el intento bajo los auspicios de un ciudadano piadoso que compró una decente casa para clausura, asegurándola rentas para que desde luego sustentase hasta quinces beatas, número de que jamás debería exceder la comunidad”. Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife. J. Viera y Clavijo.

     Astorga – León:

    

      La celda se encuentra situada entre la Capilla de San Esteban y la Iglesia de Santa Marta.





     En ella se puede observar actualmente la ventana con reja que da al exterior, mostrando hueco suficiente para que pase un cuenco y, sobre ella una inscripción en latín que dice:

     “Acuérdate de mi juicio, porque aquí/así será el tuyo. A mi ayer, a ti hoy”.

     Por la parte interior otra ventana comunicaba con la Capilla Mayor de la iglesia, por donde escuchaba los oficios religiosos y comulgaba.
   A través de fotografías antiguas, se sabe que existía unos escalones en la ventana exterior para que las personas pudieran subirse a ellos y hablar con la emparedada y darle la comida.
  


   “ Los gremios y cofradías de la ciudad donaban anualmente una cantidad de dinero para la manutención de las emparedadas, también los fieles en sus testamentos hacían donaciones para cubrir las necesiades de estas mujeres”. Www.turismoastorga.es
     A través de dos testamentos, sabemos la existencia de 2 emparedadas en los años 1310 y 1344.
     Según Gregoria Cavero: “ pertenencia de alguna de las reclusas a la cofradía de Santa Marta, se encuentra documentada en el libro de la cofradía de Santa Marta, del siglo XIV, en el que en la lista de las “cofradas” que han de pagar, expresa lo siguiente: “La emparedada de Santa Marta””. Inclusa intra parietes.

     Baena – Córdoba:

     Documentalmente a través de varios testamentos fechados en 1529 y 1555, se conoce que hubo al menos 2 emparedadas junto a la iglesia de Santa Mª la Mayor.
     Al parecer una junto a la parte baja del campanario y la otra al lado opuesto.
     Los documentos dicen: “Item; mando que den á las Emparedadas que están en la Iglesia Maior desta Villa un Real porque Rueguen á Dios por mi ánima”. Pertenece a Doña Catalina Ximénez de la Membrilla. 1529.

     “Item, mando que en tanto que vivieren Barbola y Mª de Pasión emparedadas de la villa de Baena, se les den á ambas las susodichas seis mil maravedíes y dos caices de trigo en cada año en el dicho emparedamiento”. Don Juan de Córdova, Déan de la Catedral de Córdoba y Primer Abad de Rute. 1555


     Valencia:
     
      En la iglesia de San Andrés se le concede a Quiteria de Mora en 1531 un palmo y medio de terreno junto al muro del campanario para construirse una celda de emparedamiento, sin fecha Sor Ana Sanchíz dona una ofrenda para el culto de San Francisco de Asís y Santa Clara como pago para su manutención hasta la llegada de la muerte.
     En la iglesia de San Esteban, Angela Genzana de Palomino estuvo durante 30 años en esta iglesia hasta que tuvo que ser trasladada por el estado de ruina de la propia iglesia.

     En la llamada Colina Monte Calvario en 1554 Sor Cecilia Ferre, beata de la Parroquia de Santa Cruz, se traslada a esta cueva – ermita acompañada de 7 mujeres, adoptarían el hábito de la 3ª Orden de San Francisco.
Se sabe que en 1566 el número de mujeres era de 11, a partir de este momento entra en vigor la prohibición del arzobispo Ayala y no se admite nuevas emparedadas; quedando suprimida en 1620.

     Olite – Navarra:

     En 1412 se recoge en las ordenanzas de concejo:
     “debe ser mantenida una seror reclusa que continuamente ruegue a Dios por la vida y salut de todas las gentes que viven et moran a present et en el tiempo advenir en la dita villa, la cual dita seror debe ser mantenida a espensas del dito concello”. Registro del Concejo de Olite (1224 – 1537).
     En este caso la celda era de titularidad municipal, el concejo debía ocuparse de la alimentación de la emparedada, mientras, ella rezaría por la población de la villa.

     Onda – Castellón:

     Doña Leonor Forés, tras quedar viuda y tomar el hábito, decidió retirarse a una vida contemplativa durante 11 años, el lugar elegido fue el Cementerio de Onda.
     En 1538 se trasladaría acompañada de su hija y 6 beatas más a la iglesia de San Miguel.


     Bibliografía:
Las instituciones religiosas femeninas. Mª Isabel de Val Valdivieso.

Anecdotario histórico valenciano. Mª Francisca Olmedo de Cerdá.






Historia de la Villa de Baena. Don Francisco Valverde y Perales.






Hispania incognita. Templespaña.







Inclusa intra parietes. Gregoria Cavero Domínguez.







Obispos y Sinodos hispanos ante el emparedamiento bajomedieval. Gregoria Cavero Domínguez.
El claustro doméstico: beaterios y emparedamientos. Jesús Pérez Morera.
Apuntes para una puesta en valor de la celda de las emparedadas de Astorga. Marcelino García Crespo.
Fuentes para el estudio de emparedamiento en la España medieval (S.XII-XV). Gregoria Cavero Domínguez.




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