6 de abril de 2016

El Laberinto



     Bienvenidos iniciados, símbolo que podemos encontrar en petroglifos, en la mitología, en catedrales…, siempre unidos a lugares sagrados y/o dioses….

    




      Se encuentra estrechamente unido al simbolismo del Centro, Centro que simboliza en antiguas tradiciones el “espacio sagrado”, lugar de renovación e inmortalidad.

     Procedente de la palabra griega “Labyrinthos”, el más conocido es el laberinto de Cnosos (Creta), construido para recluir al Minotauro:
Teseo, el legendario héroe-salvador, sigue el camino que va de la circunferencia al centro, guiado por el hilo dorado que le ha dado la hermosa Ariadna para que recorra el laberinto sin perderse. En este mito, Teseo representa al héroe masculino que, es ayudado por los poderes femeninos de la sabiduría y la intuición, y ambos cooperan para dar muerte al monstruo de naturaleza salvaje y sub-humana. Ariadna representa el alma o psique, la cual proporciona el hilo dorado que trae de vuelta al hombre sano y salvo después del encuentro con la Bestia, que representa las fuerzas oscuras de la naturaleza”. El Simbolismo. J.C. Cooper.

     Los más antiguos construidos sobre tumbas, nos relacionan el laberinto con la muerte, posiblemente una imagen que mostraba el camino que debía seguir el alma del difunto hacia el Más Allá, mostrado en la tumba egipcia del rey Perabsen (3400 a.C.) y en una tumba de Luzzanas en Cerdeña (2500 a.C.).

     “Ciertos rituales muestran una clara relación del laberinto con la muerte y el renacimiento. Desde un origen oriental, el laberinto pasó al Mediterráneo a través de las legendarias rutas de comunicación; desde el Mare Nostrum, el más complicado de los símbolos herméticos se desplazó al Norte de Europa, África y el Nuevo Mundo”. Simbología Sagrada. Jesús Ávila Granados.

      “Y fueron los caballeros del Temple los que, desde Tierra Santa, trajeron a Occidente este signo hermético con toda su carga esotérica”. La mitología templaría. Jesús Ávila Granados.

     Los más famosos laberintos antiguos catalogados en la zona mediterránea tenemos: 2 Cretenses (Cnosos y Gostyra), el egipcio del lago Moeris, el griego de Lemos y el etrusco de Clasium.


       La representación más antigua en una iglesia cristiana, la encontramos en la Basílica de San Reparato en Orleansville (Argelia) del año 324 d.C., donde dispuesto en su centro se lee más de 3.000 veces las palabras “Sancta Ecclesia”. 

       

  


       Con la cristianización, la iglesia transformaría la simbología primitiva-pagana en un camino hacia Dios, incluso un camino imaginario como peregrino a Tierra Santa o Santiago de Compostela, denominándolos “recorridos”, transformando las figuras de Teseo y el Minotauro en una alegoría de lucha entre Jesús y el diablo.

 

 



     “Toda iglesia contiene el equivalente de un laberinto: es el Calvario o Vía Crucis. Esta serie de cuadros –o cruces- es, en efecto, una peregrinación para aquellos que no pueden ir a Tierra Santa, el itinerario de un viaje simbólico que el fiel es invitado a seguir el Viernes Santo, a la hora en que Cristo subió penosamente el escarpado camino del Gólgota… por su naturaleza misma, el Vía Crucis se presta así a inscribir en él, bajo forma alegórica, indicaciones relativas a un itinerario concreto”. L’Or de Rennes, Gerard de Séde.

 

     Laberinto fachada San Martín. Catedral de Lucca. Italia.

     Mide 49 cms, esculpido en un pilar de mármol, reza una inscripción en latín:

     “Este es el laberinto que construyó el cretense Dédalo, del que nadie logró salir una vez que hubo entrado, a excepción de Teseo. Y tampoco él lo hubiera conseguido de no haber contado con el hilo que Ariadna le entregó por amor...”.


     Hay quienes apuntan que los Laberintos que se encuentran en las catedrales góticas de Francia, simbolizan los pilares de la fe cristiana.

 

                                                   Catedral de Chartres. Francia.

       “Parece presidir el hermetismo telúrico de su catedral”. La mitología templaría. Jesús Ávila Granados.

       Podíamos  denominarlo como un circuito formado por 11 vueltas que nos conduce sin ningún problema a su centro; contando con 16 m. de diámetro y 264 m. de recorrido.

     Localizado en la nave central, se solía recorrer descalzo a modo de peregrinación iniciática.   

     

     El laberinto sería conocido como “Camino de Jerusalén” ,era recorrido de rodillas, considerado una penitencia que llevaba a alcanzar tantas indulgencias como peregrinar a Tierra Santa, alcanzando el Jerusalén celestial, representado con un círculo, el propio cielo.

      Centro del laberinto de la  Catedral de Chartres. “Punto de llegada del peregrino que realiza el “viaje” al interior de sí mismo”.

     Al parecer aquí se encontraba una placa de bronce o cobre con una representación del combate entre Teseo y el Minotauro, la cual fue fundida en 1792 para la fabricación de cañones.

 

     “Jean Hani aseguró que en muchas ocasiones se construyeron los laberintos sobre lugares donde anteriormente habían existido construcciones megalíticas, como sucede en Chartres”. Los templarios y el secreto de las catedrales. Manuel F. Urresti.

 


 
 Laberinto Catedral de Reims. Francia

  “Lamentablemente, este laberinto fue destruido en 1779 por orden expresa de un canónigo de la catedral llamado Jaquemart”. Los templarios y el secreto de las catedrales. Manuel F. Urresti.

     Se encontraba en la Nave Mayor, y conocemos su forma a través de grabados del S.XVIII ya que fue destruido,  presentaba un diseño octógonal central, flanqueado sus cuatro esquinas otros octógonos de menor tamaño adornados con figuras.


    Una figura central representaba al Obispo Humbert, y las cuatro figuras de las esquinas colocadas dentro de los octógonos pequeños eran: Jean D'Orbais, Jean Le Loup, Ganchier de Reims y Bernard de Soissons, arquitectos, ya que mostraban en sus manos las herramientas de trabajo: escuadra, compás y regla.

  

   

                                          Laberinto Catedral Amiens. Francia

        Su laberinto llegó a ser mayor que el de Chartres, destruido en 1825, sería reconstruido posteriormente.

     Lo comparan con el que se encuentra en la Iglesia de San Quintín (Francia).

     Amiens: “observábase, en el centro, una gran losa en la que se había incrustado una barra de oro y un semicírculo del mismo metal, representando la salida del sol en el horizonte. Más tarde, se sustituyó el sol de oro por un sol de cobre, el cual despareció a su vez, para no ser reemplazado”. El misterio de las catedrales. Fulcanelli.

 


      Actualmente presenta forma octogonal con 10´3 m. de diámetro, en su centro otro octógono donde se observa una cruz, cuatro ángeles y cuatro figuras: Obispo Evrard, Robert de Luzarches, Thomas de Cormont y su hijo Regnault, arquitectos de la catedral.

 

 

  

                      Laberinto Basílica Saint Omer. Francia             

       Este laberinto presenta forma cuadrada de 6´6 m. por cada lado; a diferencia de los anteriores, se observa una cruz en su interior.

 

 



     EL Laberinto y Su Relación Con La Fertilidad.

     Existen distintos lugares donde la relación laberinto y fertilidad se encuentran estrechamente unidos; tenemos por ejemplo laberintos donde los jóvenes debían adentrarse y rescatar a una joven que se encontraba en su centro.

     Esto nos lleva a una estrecha relación con los ritos primaverales de fertilidad, muy dados en la India, Países Nórdicos y zonas del Mediterráneo.

 

     Laberintos En Piedras.

 

     Uno de los laberintos más antiguos de Europa lo tenemos en España,


  

      Es el conocido como Laberinto de Mogor en el municipio de Marín (Pontevedra). Se encuentra tallado en la piedra, lo que entraría dentro de los llamados Petroglifos.



 

  


     

     Otro ejemplo sería el Laberinto de Lucillo en León, tallados sobre una enorme roca se encuentra ubicado en un Lugar Sagrado, ya que según estudiosos, se trataría de un Santuario Megalítico.




 

     Leyenda Sobre El Laberinto En Oriente.

 

     En la Antigüedad vivía en China un rey llamado Yin, el cual, tras un largo tiempo de espera, tuvo un hijo a los sesenta años de edad; la criatura era todo un prodigio porque al nacer ya contaba con veintiocho dientes; los adivinos del reino coincidieron en profetizar que sería un hombre valeroso y un temible conquistador. EL príncipe, al que llamaron Yang, tuvo como maestro al arquitecto Lao, un hombre sabio de valiosas palabras. Yang contaba quinces años cuando falleció su padre, el monarca; su partida a la conquista del mundo no se hizo esperar, porque en el mismo lecho de muerte se despidió del padre. Los éxitos militares fueron espectaculares y los nuevos territorios se extendían por todos los horizontes.

     Muchos años después, sintiéndose fatigado, el arquitecto Lao proyectó para el reposo del guerrero una ciudadela tan espléndida que evocaba a una montaña nevada. Era un lugar de plenitud y belleza. Sin embargo, en aquel paraíso Yang, harto de los placeres de la vida mundana, descubrió la tristeza de la monotonía y el dolor de la melancolía. No dudó en reclamar la presencia de su ministro Lao, a quien se quejó de su hondo malestar; y el sabio mantuvo sus labios sellados, con lo que propició las iras del emperador. Yang, golpeando con su puño en la mesa, gritó: “¡Te ordeno construir el más formidable laberinto jamás imaginado! En siete años quiero verlo edificado en este llano, ante mí, y luego marcharé a conquistarlo. Si descubro el centro, serás decapitado. Si me pierdo en él, reinarás sobre mi imperio”. A lo cual el ministro respondió: “Construiré ese laberinto”. Sin embargo, el ministro reemprendió el curso de sus actividades habituales y pareció olvidar el encargo. El último día del séptimo año, Yang volvió a reclamar la presencia de su ministro, ya anciano, y le preguntó dónde estaba aquel laberinto, el más formidable jamás soñado. Entonces Lao tendió un libro, diciendo: “Helo aquí. Es la historia de tu vida. Cuando hayas encontrado el centro, podrás descargar tu sable sobre mi cuello”. Así fue como aquel arquitecto conquistó el imperio de Yang, pero evidentemente rehusó el cetro y el poder, pues poseía algo más preciado: la sabiduría.



     Bibliografía:


El misterio de las catedrales. Fulcanelli.




Enciclopedia de los Símbolos. Udo Becker.






Diccionario de Símbolos. Nerio Tello.







La mitología templaría. Jesús Ávila Granados.




El Simbolismo. J.C. Cooper.



Los templarios y el secreto de las catedrales. Manuel F. Urresti.





Simbología Sagrada. Jesús Ávila Granados.




Www.evangelizarconelarte.com

www.arteiconografia.com
























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