3 de mayo de 2023

La Halmoni. Esclavitud Sexual

 

   

       Bienvenidos iniciados, “En un conflicto armado, hoy es probablemente más peligroso ser una mujer que ser un soldado”. Patrick Cammaert, ex comandante de fuerzas de paz de la ONU.



 

 

     “La violencia sexual como arma de guerra”, estas palabras nos muestran el hecho de que mujeres a lo largo de los distintos conflictos bélicos pasados, presentes  y por desgracia futuros siguen pasando (actualmente es el caso de Ucrania o la República Democrática del Congo) donde mujeres sin tener en cuenta edad, han sido y son violadas, torturadas y/o asesinadas.

     Sin menospreciar a ninguna, me centraré en las denominadas “Mujeres de Consuelo o Confort” utilizadas como esclavas sexuales por los militares durante la fase de expansión del Ejército Imperial Japonés.

     No puedo negar la existencia de la utilización de la violencia sexual como arma de guerra, sobretodo sobre la mujer tras ver en un capítulo de una serie coreana titulada “Mañana” que trataban el tema de estas niñas engañadas, que solo buscaban una mejora económica para ayudar a sus familias y terminaban en un burdel para satisfacer a militares japoneses, aparte de revolvérseme el estómago y sentir una gran tristeza e impotencia, decidí aportar mi granito de arena haciendo esta entrada, “VA POR ELLAS”.

 



    El contexto histórico sobre el que hay que centrarse sería la colonización japonesa de la Península de Corea entre 1910 y 1945.






     “El estado de servidumbre en el que se hallaba mi patria, pensaba yo entonces, era el responsable de aquel clima siempre tenso, de aquella amenaza siempre pendiente sobre nuestras cabezas. Porque desde el 22 de agosto de 1910 Corea había dejado de existir para convertirse, ante la indiferencia de las naciones occidentales, en una provincia del Imperio Japonés”. Las Orquídeas Rojas de Shanghái. Juliette Morillot.

 

     Resumiendo podemos decir que a través de distintos tratados, asesinatos de personas influyentes en la sociedad, una violenta represión por parte del ejército japonés además de represión cultural imponiendo una política de asimilación agresiva comandada por el gobierno japonés, llevará a la colonización de Corea por parte de Japón.

     Al más puro estilo feudal, se obligaba a los alumnos a recitar el llamado “juramento del súbdito”:

     Somos súbditos del Imperio japonés, lo serviremos con lealtad.

     Nosotros, súbditos del Imperio japonés, cooperaremos con amor y devoción en la tarea de reforzar la unidad dela nación.

     Nosotros, súbditos del Imperio japonés, soportaremos el dolor y la adversidad para contribuir a la gloria eterna del Imperio.

 

     Engañadas, Secuestradas y Voluntarias.

     “Amnistía Internacional en un informe del año 2021 titulado “Japón, las mujeres de Solaz”, desde 1932 hasta final de la II Guerra Mundial, 200.000 mujeres –según cálculos conservadores- la mayoría coreanas, fueron sometidas a esclavitud sexual”. Apuntes historiográficos sobre las “mujeres de consuelo” durante la ocupación japonesa de Corea (1910-1945). Daniel Pérez Díaz.

   


    La mayoría de ellas procedían de la vida rural; el método de reclutamiento era a través de anuncios de trabajo como secretarias o mano de obra en fábricas, en ellos se ofrecía hogar, sueldo digno e incluso estudios para poder mejorar, todo un reclamo para jóvenes que querían una mejora económica para su familia.



     Los oficiales japoneses llegarían a visitar las propias escuelas para reclutar a niñas, los propios padres desesperados y como solución extrema  podían llegar a casar a sus hijas de sólo 8-9 años para protegerlas de ser llevadas, aunque realmente la consecuencia sería la misma.

     Este método tan extremo no amilanaría a los soldados japoneses que no dudarían en utilizar el secuestro como práctica habitual para abastecer sus necesidades, actuaban en colegios, templos o en sus propios hogares, sin olvidarnos de aquellos que sin escrúpulos que lo hacían a cambio de un beneficio económico.

 

     Cuando se habla de mujeres de confort “voluntarias”, hace referencia a prostitutas profesionales, la mayoría de ellas japonesas, y lo de “voluntarias” habría que cogerlo con pinzas ya que lo harían para pagar deudas y/o  para huir de la precariedad de vida que tenían, salían de un infierno para meterse en otro peor.

     A diferencia de las mujeres coreanas, estas “voluntarias” debían tener más de 21 años para ser reclutadas.

      “Casas de Confort” o “Casa de Consuelo”.

     La mayoría de estas mujeres y niñas serían explotadas por el ejército japonés simplemente por ser pobres, por pertenecer a clase social baja, por su situación familiar y por su etnia, rondarían entre los 10 y 20 años.

     La primera Casa de Confort o Casa de Consuelo sería instalada en 1932 en Shanghái para ser utilizada por personal militar japonés; posteriormente sobre 1937 comienza la expansión a gran escala de estas casas.

     Se crearon centros en: China, Taiwán, Borneo, Filipinas, Islas del Pacífico, Singapur, Península Malaya, Birmania e Indonesia.

     La justificación para crear estas “casas” que no era otra cosa sino burdeles militares camuflados, era alcanzar una serie de objetivos dentro de las filas del ejército japonés:

-         Reducir el nº de violaciones.

-         Evitar las ETS.

-         Contrarrestar la amenaza de espionaje.

-         Mejorar la moral y aliviar el estrés de los soldados.

    Como era de esperar, poco o nada se llegaría a conseguir, las violaciones se seguirían realizando, sobre todo en estas casas, donde se les premiaba con la impunidad de poder hacerlo sin consecuencias para el militar; las ETS se extenderían entre los soldados, principales foco de las infecciones; el tema del espionaje simplemente se controlaba a través de supervisiones entre los regentes de los locales, personal militar y mujeres de confort; y sobre el último punto, que mejor que entregar una muñeca con la que poder desahogarte.

     A medida que el ejército ocupaba un pueblo y una ciudad, se creaba una o más Casas, siendo utilizados edificios elegidos por los mandos, en ocasiones hoteles, mansiones, escuelas…., generalmente apartados de los barracones militares, aunque también se llegarían a crear infraestructuras dentro de los propios cuarteles militares.

 


      
Elegido el lugar, posteriormente se reformaba siguiendo las necesidades de su utilización: habitaciones pequeñas, aseos y recepciones, variando las medidas según el tamaño del edificio; en ocasiones solo cabía un futón en el suelo y poco más.

    



Cada casa poseía sus normas de uso, variando según se encontrara establecida en un pueblo o ciudad, coincidiendo todas en  la prohibición de salir las prostitutas del recinto.

     Vigiladas constantemente, los centinelas tenían permiso para abrir fuego a quien intentase huir.

     Recibían una remuneración por sus servicios, pero también estaban obligadas a pagar los gastos que generaban: Ropa, productos de higiene, mobiliario…; y en ocasiones no llegaban a recibir nada, ya que este dinero podría ser utilizado como contribución a la defensa nacional.

    Mencionamos anteriormente el evitar las ETS, pero como hacerlo cuando el nº de preservativos que te entregan no llegan ni para cubrir un día de “servicios” a esto añadir aquellos que no lo querían usar como medida de prevención, para más  humillación se veían obligadas a lavarlos para volver a usarlos de nuevo, buena medida de protección y prevención, y el resultado final, embarazos no deseados, y cargar con la culpa de que estas ETS eran transmitidas por estas mujeres.

     Muchas de ellas  morirían debido a múltiples factores como la mala nutrición, enfermedades varias, agotamiento, abortos, malos tratos, suicidios….

     “estas mujeres eran consideradas como una propiedad a la que tenían derecho de uso y, como no, deshacerse de ella en caso de no cumplir los objetivos establecidos o generar “costes innecesarios””.  La esclavitud sexual como arma de guerra: Halmoni, la historia de una mujer confort. Marta Pinto Pérez.

 

     Violencia, Compañera Diaria.

   


  Diariamente eran sometidas a todo tipo de vejaciones y violencia tanto física, psicológica, sexual.

     Podía sufrir violaciones diarias, en ocasiones hasta 70 violaciones, su cuerpo podía ser mutilado, golpeado, quemado, fracturado; las que sobrevivieron, serían acompañadas de este tormento el resto de sus vidas, emocionalmente destrozadas.

     Perdían su identidad al no poder usar sus nombres, su idioma, una anulación total del ser como persona.

    Lo peor de todo es cuando tu propia sociedad te discrimina y te culpa de todo lo que has pasado, volviéndose una vez más víctima del sistema, estigmatizada y marginada por tu cultura, donde una mujer que ha perdido la virginidad o no puede tener hijos es considerada una “Deshonra para la sociedad y la familia”.

 

 

 

     Halmoni. 할모니


     Nombre que en coreano significa “abuela”, así es como quieren ser llamadas estas supervivientes.

     En 1992 se fundó la House of Sharing o Nanum donde viven la mayoría de ellas, además de ser su hogar, intentan aliviar y recuperarse de sus heridas jamás cerradas, trabajan para que sus vidas no se olviden.

     La primera Halmoni que se armó de valor para hablar sobre el tema sería Kim Hak-soon (1924-1994), más tarde sería acompañada por otras Halmoni donde en 1991 interpusieron una demanda.

     El valor de estas primeras mujeres alentó a que otras muchas rompieran su silencio, desde 1992 se reúnen todos los miércoles un movimiento frente a la Embajada Japonesa de Corea del Sur donde son acompañadas de activistas, estudiantes y todo aquel que arropa su causa.

     Por parte del Gobierno Japonés, sigue negando la existencia de estos lugares, quitándose todo tipo de responsabilidad, los testimonios, documentos y fotografías no demuestran nada, irónico.

  

     “El 28 de diciembre de 2015, los Ministros de Asuntos Exteriores de Japón y Corea dieron a conocer una declaración conjunta que esboza un acuerdo bilateral, final e irreversible, que establece que el gobierno japonés ofrecerá una disculpa indirecta a través del Primer Ministro Shinzo Abe y aportará el pago de una compensación a las victimas surcoreanas de 1000 millones de Yenes (8`3 millones de dólares) por medio de una fundación”.  La esclavitud sexual como arma de guerra: Halmoni, la historia de una mujer confort. Marta Pinto Pérez.

 

       Y ahora la letra pequeña: De este acuerdo sólo se beneficiarían las supervivientes coreanas, quedando todas las demás mujeres (Filipinas, Taiwan, China…) ignoradas, compensación injusta, no se puede suplir toda una vida perdida con dinero, este Don Dinero hace olvidar todo lo pasado, hace desaparecer las cicatrices, te devuelve el tiempo perdido?.

      Y lo más penoso es que estas situaciones de violencia hacia la mujer siguen siendo utilizadas, el ser humano está perdiendo su humanidad, el respeto, la tolerancia, llegaremos a vivir en convivencia y en paz algunas vez?.

 

     Algunas de sus Historias con Amor y Respeto.



“Cuando tenía 14 años, unos hombres estaban reclutando trabajadoras. Me dijeron que podría trabajar en una fábrica y ganar dinero (…) Me llevaron a Manchuria, me recluyeron allí durante un año y medio y luego me trasladaron a Singapur. No recuerdo cuánto tiempo permanecía allí. Me dieron una habitación pequeña. Me escapé, pero había soldados y guardias por todas partes. No tenía a dónde ir. Me pillaron y me golpearon mucho. Debido a eso no puedo oír bien del oído izquierdo. Cuando me violaron por primera vez, no sabía qué estaba ocurriendo. Era demasiado joven. Lloré y lloré pensando en mi madre. Tenía que “servir” hasta a 10 hombre al día. Todas las semanas nos hacían un examen médico. En el “centro de consuelo” de Manchuria no me pagaban en absoluto y no me permitían salir. Las condiciones eran muy malas y la vida, insoportable. Algunos soldados no usaban preservativos, por lo que me quedé embarazada. Intenté evitarlo tomando hierbas, pero no funcionó. Incluso me obligaron a acostarme con ellos hasta el sexto mes del embarazo. Di a luz a los ocho meses, pero el bebé nació al revés y murió. No recibí atención médica adecuada después de dar a luz y se me cayeron muchos dientes. Volví a quedarme embarazada pero perdí el bebé”.  Año 2005 de Lee Ki-sin

 

“Narcisa Claveria, de 74 años, procedente de Filipinas, relató a Amnistía Internacional que presenció cómo torturaban a su padre y violaban a su madre. También vio cómo morían sus hermanos pequeños a bayonetazos. A ella le rompieron el brazo antes de llevarla a rastras junto a sus dos hermana a un cuartel situado a 3 km de su casa.”

 

“Los Kitamura, un matrimonio que regentaba un centro de consuelo (…) compraron a 22 mujeres coreanas solteras en 1942. Los padres recibían entre 300 y 1.000 yenes, según la manera de ser de la muchacha, su edad y su aspecto. Dos de ellas habían muerto en un bombardeo aéreo; las otras veinte declararon que cuando fueron vendidas tenían entre 16 y 21 años. Por lo visto, nadie les advirtió que su trabajo implicaba servicios sexuales” (YOSHIMI 1995: 99)

Tenía 14 años cuando me vi arrastrada a la fuerza a la esclavitud sexual por el ejército japonés. Dijeron que me contratarían como operaria de fábrica, pero en vez de eso nos llevaron a muchas hasta Taiwán, Hong Kong, China, Malasia e Indonesia. Yo estaba con la comandancia del ejército, así que prácticamente fui a todas partes con ellos. No tengo palabras para describir lo que me hacían los soldados todos los sábados, desde el mediodía hasta las cinco de la tarde; y los domingos, de ocho de la mañana a ocho de la tarde. Al final del día no podía ni incorporarme. Tras ocho años de suplicio me pusieron a trabajar en un hospital del ejército. Su intención era ocultar cualquier prueba sobre las “confort women”. Kim Hak-soon

 

Algunos soldados eran buenos; otros eran perversos. Algunos me daban patadas y puñetazos en la cara. Me cayeron algunos dientes. Me daban patadas en la vagina y, cuando me negaba a servir a los soldados, me pegaba mi jefe. Trabajaba de nueve de la mañana a cuatro de la tarde “sirviendo” a soldados. Siempre había una cola muy larga. Los soldados que esperaban gritaban “haiyaku, haiyaku”, que significa “rápido, rápido”. El segundo turno comenzaba a las cinco de la tarde y terminaba a las ocho de la mañana. Este turno estaba reservado para oficiales de algo rango que pagaban más y que podían pasar la noche con mujeres. Tenía que servir a 40-50 hombres al día. Tenía dolores fortísimos todo el tiempo; sentía como fuego en la vagina. Choi Gapsoon.

     Bibliografía:

      Apuntes historiográficos sobre las “mujeres de consuelo” durante la ocupación japonesa de Corea (1910-1945). Daniel Pérez Díaz.

     La esclavitud sexual como arma de guerra: Halmoni, la historia de una mujer confort. Marta Pinto Pérez.

    



Las orquídeas rojas de Shangai. Juliette Morillot.

 

 

 

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